Estado libidinal que es posible advertir en María Cecilia, en su fantasiosa investigación de quién es hijo de quién, en el seguimiento permanente de su padre y en la aparente falta de amor a su madre, por causa de su tipo de nacimiento: legitimada por el matrimonio posterior de sus padres, antes de su nacimiento. La posición esquizoparanoide, aparece en ella desde su más tierna infancia. Explica su soledad y el deseo de no hablar con nadie, excepto su padre y sus amigos.
Es lo que Melanie Klein llama posición depresiva, un estado más avanzado que la posición esquizoparanoide, es una afirmación del yo que está dividido por falta de cariño y de atención. Como fue comentado anteriormente, acerca de María Cecilia existían dudas sobre su paternidad: si era hija de su abuelo, o hija de algún otro señor, que embarazó a la madre y el papá, Julio Hernán Poblete. Éste dicho Poblete, casó con la mamá Eugenia del Carmen Días Jara, de Pichingileo, ya embarazada, a pesar, como se puede insistir, no se sabía por quién.
Es para repetir, que ese era el gran secreto de su madre y que la tenía en silencio y de mal humor la mayor parte del tiempo, solo hablaba del trabajo que era necesario hacer y daba las órdenes a sus hijas. María de Botalcura se resistía, como una forma de afirmar su yo. La cultura de su pueblo manda que las hijas deben obedecer a las mamás, pero María Cecilia no entendía esa parte de las normas, ya revisadas. La afirmación del yo, era la desobediencia a la madre que no quería, una adoración al padre, a quién seguía por todos los sitios que él iba. Sin embargo, la terapeuta le pregunta a María de Botalcura adulta:
¿Tú no gustabas de tu profesora, pero le hacías caso porque pensabas que eso era lo que debías hacer, como hacías con tu prima Sonia, porque si así lo hacías, eras aceptada, y lo que tú más buscabas era la aceptación? MC: Yo quería que me aceptaran, porque eran primos que venían de Santiago, muy elegantes, y yo andaba muy mal vestida. Por lo menos por la simpatía…Además, le tenía miedo al castigo y así como la profesora nos castigaba con una varilla, ellos me castigaban aislándome o, los primos, penetrando en mi sexualmente…”.
Este trozo de entrevista, es la que lleva a pensar en el debate Freud-Klein, sobre la posición esquizoparanoide, que Klein cambió para la posición depresiva, un estado más adelantado de salud emocional. Para Freud, la falta de afecto, cuidados y alimentación, eran producto de la falta de sentimientos por los hijos. Para Klein, la situación es diferente. La analista Deborah Fleischer, en un libro de 1994, comenta este cambio de Melanie Klein, para entender a las crianzas. Para Klein, la posición depresiva constituye un progreso en relación a la posición esquizoparanoide, si bien ambas posiciones pueden alternarse y aún coexistir en algunas circunstancias. Retirado de la página web http://www.herreros.com.ar/melanco/dfleischer.htm Esta citación no es referida en nota de pié de página, por causa de la necesidad de comentar lo que acontece con María Cecilia, en el texto central: el objeto bueno, el pecho de la madre, no existe para ella y crea una ansiedad en la niña, que desarma la relación fundamental de todo ser humano, citada anteriormente, que es la relación madre-bebé. El bebé no tiene lógica ni conceptos para entender si es acogido o no, apenas desea ser alimentado y recibir una auténtica emotividad. En este caso, no hay mi uno ni otro. La madre Eugenia del Carmen, tiene un secreto que no comparte, pero que la lleva a alejarse de su hija y es impaciente con ella como bebé. Además, al haber mudado de tierra para vivir, Eugenia del Carmen debe cuidar de animales, vegetales, tratar de tierra que no conoce – pasa de tierra de arcilla y seca en Pichichingileo, cerca de Corinto, para tierras más regadas y más fácil de trabajar en la hacienda El Totoral de Botalcura. La naturaleza es tan fecunda, que le permite una producción mayor y más rápida, para una mujer sola en la casa. Sus hermanas, eran 17 personas entre hermanos y hermanas, o estaban con la madre María en la tierra de parcelas, o en sus propias parcelas y no tenían tiempo de ayudar. Las distancias eran muy grandes, frío intenso en el invierno y calor pesado en el verano. Con los matrimonios de los descendientes, las familias originales desaparecían, para aparecer otros grupos domésticos autónomos y sin deseo de interferencia de los parientes dentro de las casas. Es por eso que de papá con hijos en casa, se pasa a ser visita de los hijos y retoños, si somos convidados; de saber de intimidades, o de dar órdenes de arriba para abajo, se pasa al secreto dentro de los nuevos grupos domésticos. Cada uno de los 17 hermanos de la madre, tiene su propia forma de ser y de criar a sus descendientes. Sin embargo, como es posible observar, los parientes vecinos de la misma aldea o del mismo campo, pueden compartir bienes, entrar libremente en las otras casas, darse ropa y ser personas de grande intimidad. No es lo que sucede con Eugenia del Carmen, que no tiene pariente cerca de ella. Su marido es hijo único, con una media hermana que vive en Santiago y que envía a los hijos a Pichingileo, a los familiares que allí viven., para pasar sus vacaciones. Es así que la hija mayor, la madre de María de Botalcura, no es entretenida ni recibe ternura de una mujer: es la jornalera de la casa, en la práctica.
De allí el comentario de Klein sobre el estado depresivo en el cual cae María Cecilia: 1) la ansiedad aquí es depresiva, es decir, no existe el deseo de la alegría ni de diversiones, comportamiento al cual Freud denominara melancolía.
2) El objeto es total y se siente ambivalencia por él. Normalmente, el objeto de un ser humano, la estimación de lo que se quiere, tiene dos aspectos, lo bueno y lo malo: el aspecto bueno del objeto del deseo de un niño/a, es el placer que le causa en estar cerca, usarlo, servirse de él, jugar con esa materia que le causa alegría. La parte mala del objeto deseado, es rechazada, y es la base de la depresión. Esa depresión, unifica las ideas y sentimientos de la infancia para quién lo sufre, actitud que es rechazada por sus adultos, lo que aumenta la enfermedad.
3) El yo termina de constituirse en torno a este castigo que se inflige en el bebé al no entender el rechazo.
4) Las defensas del objeto malo y de la extrema entrega del objeto bueno, son las mismas. Pero en tanto defienden al yo de la angustia depresiva devienen defensas maniacas. Es de lo que sufre María Cecilia, defensas maniacas, es decir, repetitivas y reiterativas, sospechosas- porque manía es la reiteración de un hecho, que pasa a ser ritual. El ritual de María de Botalcura, está estructurado oyendo su radio, el juego con su padre a la rayuela, la desobediencia persistente a la madre, el perseguir al padre, el huir finalmente de casa a los 4 años. Maria de Botalcura. En síntesis el amor a un uno de ellos y rabia para el otro
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