De una forma distanciada, siglos pasados, Cecilia de Botalcura hace recordar el mito chileno de esa mujer de cabellos rojos, escrito por Magdalena Petit[1] en 1932, con el cual gana el Premio de Novela del Periódico de La Nación, en 1932, reeditado varias veces, hasta 1999 y fuente de inspiración de otros autores como Alberto Blest Gana y su Gladis Fairfield[2], como el más reciente de Gustavo Frías[3]. Pocas mujeres han escrito o se han dedicado a la literatura[4].
[1] Magdalena Petit escribió La Quintrala sin temor y sin ninguna vergüenza de los crímenes cometidos por esta aristócrata llena de crímenes y de bienes. Este atrevimiento la hizo ganar el Premio mencionado.
[2] La Quintrala, novela ambientada en el siglo XVII, narra la historia de doña Catalina de los Ríos y Lisperguer, más conocida como la Quintrala. Quintral, en Mapudungun, su lengua también entre varias otras que sabía y usaba, es una planta parásita de los álamos y robles en Chile, así como Catalina era parasita de la sociedad. Para su escritura, Magdalena Petit se inspiró en la obra de Benjamín Vicuña Mackenna, titulada Los Lisperguer y la Quintrala, donde por primera vez se divulgó la historia de este mítico personaje de la Colonia en Chile. A diferencia de Vicuña Mackenna, quien redujo la dimensión erótica e irreverente de la Quintrala, Petit retomó las consabidas ideas prejuiciosas acerca de la mujer: comportamiento diabólico, irreverencia pecado, instinto criminal, atavismo, originadas - manteniendo las proporciones correspondientes con el estatuto de la leyenda y la sociedad patriarca, en el texto de Vicuña Mackenna, Juan Gabriel Aray, Aproximaciones a la narrativa de Magdalena Petit.
[3] Frías, Gustavo, 2001: Tres nombres para Catalina. Catrala (1º volumen), Alfaguara, Santiago de Chile; (2º volumen), 2003: Tres nombres para Catalina. La Doña de Campofrío; (3º volumen): a ser escrito. La pelirroja parásita de los hombres jóvenes y aristócratas del Santiago de Chile do los años 1660. Catalina de los Ríos y Lisperguer, era una princesa con mezcla de quechua, alemán, aconcaguas e picunches. Era una mestiza de quien se dice, ostentaba una maldad implacable, incluyendo el asesinato de su padres, como es res responsable por la muerte de varios de sus amantes. Fervorosa católica, dedica su fortuna a limosnas y construir capillas y templos, como el de los Agustinos, el que en parte que parte ardió, pero otra se mantiene intacta, como en el S. XVII. El mito no es apenas por su erotismo, castigo a sus esclavos, bien como a su despotismo y desafío a la divinidad al ser amante de frailes y otros hombres consagrados a la divinidad. Quién quiera saber más, puede leer Benjamín Vicuña Mackenna: Net La magnitud de las obras realizadas, le dieron un prestigio tan contundente que la candidatura a la presidencia surgió casi espontáneamente para las elecciones de 1875, dando inicio a la llamada campaña de los pueblos. La violenta intervención por parte del gobierno de la época fue en gran parte responsable de su decisión de renunciar a su postulación, poco tiempo antes de la elección. Desde entonces, Vicuña Mackenna siguió deslumbrando a sus contemporáneos desde los sillones del Parlamento y a través de su labor literaria e historiográfica. Su amplia gama de escritos, ensayos, folletos y libros, reflejan con elocuente claridad el tenor progresista de sus ideas y la gran cantidad de obras que ha sumado a nuestro patrimonio cultural.
En sus últimos años, Vicuña Mackenna con su familia se retiró a la tranquilidad del parque de su fundo en Santa Rosa, hasta su muerte en el verano de 1886. Para entender más a la denominada Bruja de Tala gante, ver: http://www.memoriachilena.cl/mchilena01//temas/index.asp?id_ut=benjaminvicunamackenna(1831-1886
Artículo escrito para describir el crecimiento de Santiago, de la forma descrita por Benjamín Vicuña Mackenna, por Jorge Arturo Flores.
[4] No es posible hablar de las mujeres chilenas, como María del Totoral, sin referirse a su conocimiento del mundo fuera del hogar, retirado de su experiencia entre la vida cuotidiana y su información a través de las novelas, que informan y permiten comparar su propia experiencia y la experiencia de otras. María del Totoral tiene una lectura más o menos informada, pero una experiencia de vida que la hace sufrir y querer retirarse de los medios femeninos. Es por eso que me parece necesario entender no apenas lo que los hombres, “patrones” de la vida piensan, bien como Las María del Totoral, letradas y bien informadas
Artículo de Jorge Arturo Flores sobre la participación de la mujer en las letras. Reproduzco el texto completo, porque normalmente la mujer es representada con inocencia y no como la vida de María Cecilia: Jorge Arturo Flores, retirado de la Net: http://www.escritores.cl/base.php?f1=articulos/texto/escritoras_chilenas.htm
La mujer en las letras chilenas.
El lugar que la mujer ha tenido en la literatura chilena permite situarla en dos dimensiones: una, como personaje o protagonista de los textos literarios y la otra, como mujer de carne y hueso, que emplea la pluma y da a luz libros de interés general.
En la primera dimensión, es indiscutible que la mujer es motivo esencial en los volúmenes editados en este país. Los escritores, que son mayoría en cierta época de nuestra historia literaria, colocan a su contraparte femenina en lugares destacados dentro de sus obras, ya sea como madre, esposa, compañera, novia, centro de sus amores, amarguras y sinsabores, etc. como también transformándola en personaje principal. Hay algunos libros que llevan el nombre de mujer: Cecilia de Januario Espinoza, Gladys Fairfield de Blest Gana, La Quintrala de Magdalena Petit, Bárbara, de Fernando Santiván, Juana Lucero de Augusto D´Halmar, Mónica Sanders de Salvador Reyes, Mercedes Urízar de Luis Durand, Gracia y el Forastero de Guillermo Blanco, María de los Ángeles de Edgardo Garrido Merino etc., por nombrar sólo algunos que ya forman parte de la historiografía.
La visión masculina de la protagonista femenina, sin embargo, está enturbiada por su óptica machista. No sale de los lugares comunes de entonces: madres abnegadas, esposas fieles, compañeras silenciosas, mujeres de vida alegre, celosas, obsesivas, frías y calculadoras, etc. Cuando abandona esos campos, es decir, cuando se adentra en la psicología femenina, el cambio es notorio.
No se pueden quejar, entonces, las mujeres chilenas, puesto que su presencia en las letras, al través de un protagonismo espléndido, ha sido continuo y decidora. Cada una extraerá el juicio pertinente sobre el tema. Nosotros bosquejamos una parte de la mujer en la literatura chilena.
La otra presencia es más amplia y se prestó para los comentarios.
Algunas escritoras chilenas
Hubo épocas en nuestras letras nacionales en que las mujeres tenían literalmente vedada su participación. Era patrimonio masculino. Una consecuencia natural del machismo imperante, sin duda alguna, machismo que, por felicidad, se ha batido en derrota y permite la entrada de la mujer en las arenas literarias.
A modo de anécdota, digamos que en “in illo tempore” se decía que la pluma era para usarla, por parte de las mujeres,... en los sombreros femeninos, no en la escritura.
Las cosas han cambiado favorablemente.
Y las mujeres ha ingresado con propiedad y talento en la galería de la literatura chilena.
A modo de preámbulo y sólo con el ánimo de informar, mencionaremos las escritoras que han hecho camino al andar en esto de publicar libros y dar a conocer su visión de la vida. Posteriormente, centraremos nuestra atención, en forma muy breve, por supuesto, sobre la importancia que tuvo en la historia literaria, a nuestro juicio, la obra de tres escritoras de todos conocidos.
Los panoramas e historias literarias le dan a Mercedes Marín Del Solar el honroso título de la primera mujer escritora. Con posterioridad surgen en el estrado Mariana Cox (Shade), Marta Jara, Marta Brunet, Magdalena Petit, Gabriela Mistral, Carmen Abalos, Isidora Aguirre, Margarita Aguirre, Rosa Cruchaga, Winett de Rokha, Delia Domínguez, Inés Echeverría (Iris), Isabel Velasco, Carmen Gaete Nieto, María Carolina Geel,, María Elena Gertner, Ana María Guiraldes, Ester Huneus (Marcela Paz), Emma Jauch, Amanda Labarca, Matilde Ladrón de Guevara, María Cristina Menares, María Monvel, Alicia Morel, Violeta Parra, Violeta Quevedo, Chela Reyes, Elisa Serrano, María Silva Ossa, Pepita Turina, Mercedes Valdivieso, Marta Vergara, Magdalena Vial, Sara Vial, Teresa Wilms, María Flora Yáñez, María Elvira Piwonka, Olga Acevedo, Isabel Velasco, Mónica Yáñez de Velasco, mis grandes amigos, y otros.
Hemos nombrado tanto a prosistas como a poetas o poetisas de cierto renombre, como una forma de rendir homenaje a las mujeres que emplearon muy bien la pluma... con la mano.
En la actualidad, se nota un creciente número de mujeres, de todas las edades, que incursionan en la poemática y en la narrativa con singular éxito y calidad, abriendo amplias perspectivas para su desarrollo literario. A modo de información, nombramos algunas escritoras que pertenecen a la nueva generación, comparándolas con las anteriormente citadas: Elena Castedo, Isabel Allende, Lucía Guerra, Alejandra Basualto, Jacqueline Bacells, Cecilia Beuchat, Ana María del Río, Diamela Eltit, Marcela Serrano, Pía Barros, Sonia Gonzalez, Lilian Elphick, Andrea Maturana, Heddy Navarro, Paz Molina, Astrid Fugellie, Rossana Byrne, Elvira Hernández, Teresa Calderón, Isabel Gómez, Rosabetty Muñoz, etc.
Existe un gran número de mujeres escritoras y mujeres lectoras. Entre estas últimas, María del Totoral.
Sólo tres mujeres han obtenido el Premio Nacional de Literatura: Gabriela Mistral (poesía), Marta Brunet y Marcela Paz (narrativa).
Predominio masculino sin duda.
Tres Destacadas Narradoras
A nuestro juicio existen tres grandes narradoras en Chile. La primera de ella obtuvo el Premio Nacional de Literatura además de otros galardones, nació en Chillan, fue agregada cultural en Montevideo y Buenos Aires. És Marta Brunet Cáraves (Chillán, 9 de agosto de 1897 — Montevidéu, 27 de outubro de 1967) . Publicó 18 libros, entre novelas y cuentos. Su especialidad es el relato campesino, no criollita, donde ejerce con galanura un estilo diáfano con retrato de personajes simpáticos y bonachones, aunque la crueldad no está ajena. Rompió el esquema en que el paisaje ejerce la esclavitud, ahondando en los caracteres sicólogos de sus personajes, además de darle una fuerza caracterológica inusual para la época, especialmente viniendo de una mujer. Su gran fuerza como novelista no le impidió consagrarse como una excelente cuentista. Obras principales: Montaña Adentro, María Nadie, Bestia Dañina, María Rosa, Humo hacia el Sur, etc., conforman la lista de algunas novelas, Don Florisondo, Reloj de Sol, Raíz de Sueño, El Árbol Solo y Soledad de la Sangre reúnen su producción cuentistera.
La otra gran prosista de este país es una mujer que escribió como los dioses, publicó pocos libros, no recibió el Premio Nacional de Literatura, pese a los innumerables reclamos y es autora de un libro inmortal, La Amortajada. Nos referimos, María Luisa Bombal Anthes (n. Viña del Mar, 8
de junio de 1910 - m. Santiago, 6 de mayo de 1980) autora también de La Última Niebla y La Historia de María Griselda. Dueña de un soberbio estilo, su temática se adentra en los parajes oníricos, reflejando una sensibilidad femenina que bordea el paroxismo. Existe en sus escritos una visión dolorosa de la existencia, con una profundidad sicológica de los personajes espléndida. La Amortajada también rompió de alguna manera cierto esquema, en el sentido de presentar el soliloquio de una mujer desde la soledad de su ataúd. Los críticos en general no escatimaron elogios a su tarea, pero fueron infructuosos los esfuerzos por darle el Premio Nacional de Literatura...
Las letras chilenas se ennoblecieron con su presencia, pues le dio calidad y trascendencia.
Nuestra tercera prosista es una mujer que tiene en la actualidad un estupendo pasar económico, cada libro que publica se convierte en éxito editorial, ha sido objeto de innumerables homenajes, galardones y estudios sobre su obra y pese a que sus pares nacionales les cuesta digerirla como escritora “per se”, se ha impuesto merced a su talento. Isabel Allende (Lima, 1942-) es su nombre y no indicarla es insoslayable. Con su primer libro a aparecer, La Casa de los Espíritus, conoció la gloria, tanto literaria como económica, batiendo récords de ediciones. Posteriormente sus libros Paula, De Luz y Sombra, El Plan Infinito, La Hija de la Fortuna y Retrato en Sepia, continuaron recibiendo el aplauso de los lectores y el tibio de la crítica en general y de sus pares chilenos. Es una escritora de gran fortaleza, con un lenguaje fluido e irónico, claro y simple, donde la venia al realismo mágico de García Márquez fue actitud obligada en sus primeras obras. Es prolífica e inquieta. Tengo toda su obra que ocupa el espacio de más de 20 libros, incluyendo el más reciente de 2009: La isla bajo el mar, Plaza y Janés, Barcelona.
CONCLUSIÓN
En general estas prosistas chilenas han conocido el respaldo de sus lectores, sus textos han sido analizados con generosidad por los críticos de turno y se nota en ellas, aparte del natural talento para narrar, un reflejo de la mujer chilena: pujante, empeñosa, sin temor a morderse la lengua, directa en sus apreciaciones, virtuosa en las descripciones sociales, cálida cuando debe serlo, dura cuando la circunstancia lo requiere, sin caer en almibares prosistas, ni sedas, ni terciopelos. El erotismo está tratado con poesía y delicadeza en las manos de María Luisa Bombal, pero es decididamente realista en los textos de Marta Brunet. Isabel Allende, por su parte, es irónica y sarcástica para referirse al tema, no exenta de picardía y humor. Su visión del hombre, en general, representa la época en que se desenvuelven los relatos, pero Isabel Allende Fuente: http://www.psi.uba.ar/carrerasdegrado/psicologia/electivas/inglesa1/edipo_superyo.htm
Otros trabajos de la autora:
El suicidio en la obra de Lacan de Deborah Fleischer, comentado en la página web:
http://www.herreros.com.ar/melanco/dfleischer.htm
Se acerca más a la cotidianidad, al hombre de todos los días, especialmente cuando los retrató humorísticamente en sus crónicas sobre los trogloditas en la revista Paula. Allí fue genial, aunque sus punzantes dardos hayan herido más de una vez...
Tres prosistas en la literatura chilena, cuya estatura crece a medida que nos alejamos en el tiempo.
En esa misma proporción nace, día a día, un fuerte contingente de mujeres que emplean la pluma para escribir en prosa y verso con talento, eficacia y agudeza, no descartando en el mediano plazo, logros importantes en su carrera literaria.
Bien por ellas, bien por las letras chilenas, bien por la cultura de un pueblo que se jacta de preparado y culto en las apariencias, pero que en cuanto desciende al estado llano, generalmente da muestras palpables de su analfabetismo y desdén hacia todo lo que huela a cultura.
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