MEMÓRIAS DE PADRES INTERESADOS - ENSAIO DE ETNOPSICOLOGIA DE LA INFANCIA
(Continuação)
Muchas veces los hijos jóvenes, olvidan de que el adulto mayor no es un adulto viejo, es sólo más viejo que ellos, que, en estos días, no es ningún escándalo. Especialmente si nuestra mente está entrenada para pensar, escribir, enseñar, asociar ideas e investigar nuevas hipótesis. Somos los intelectuales los que más duramos. Nuestra madre estaba formada en matemáticas y lenguas, pero su mayor trabajo siempre fue administrar una casa con mucha familia y servidumbre[171], como he narrado en otro libro mío. Nuestras hijas, que pertenecen a otra cultura, piensan siempre que no somos capaces de organizar nuestras obligaciones y quieren que vivamos como ellos viven, forma de vida fundamentalmente diferente a las nuestras. Necesitamos de nuevos libros, de distracciones en filmes en DVD, música en CD y otras harturas que ellos aún no acumulan. Creo que el secreto está en ganar el respeto de nuestros descendientes desde su edad más tierna, sin desviarnos un milímetro de nuestra ética, para no ser culpados de no saber el todo y la nada de la vida. Es apenas una idea.
Iba quedando atrás una idea, que mi mente de investigador no descansa si no la entiende ya. ¿Por qué en Chile la Navidad es también llamada Pascua, si la Pascua es, en Europa, ese origen de la hoy América del Norte y de la América Latina, Pascua es la conmemoración de la muerte y resurrección del denominado verbo encarnado, Cristo? Parece que la Navidad es llamada Pascua, en Chile, por causa de una flor que nace en esa época[172]. La flor es llamada Pascua en la Cordillera de los Andes, y en Chile es también llamada Corona del Inca[173]
Gloria, mi mujer, nuestra hijas Camila y Eugenia, sus maridos y descendientes, ya pueden saber en qué país de luchadores anda este papá, marido y abuelo. Es mi orgullo contar la Historia de Portugal a otros, porque, en mi caso, la sé de memoria. Nuestra reivindicatoria Camila ya tiene una base de apoyo para sus luchas y para consolarse, ella e Felix Ilsley, nuestro yerno, de lutos temporarios, que es el propósito de este texto. No deseo, ni por eso, que nuestra hija pase a ser como esa hermana de nuestra madre, su abuela paterna Florentina Maria Redondo de Iturra, nuestra tía Ana Luisa, que lloró a su primera hija que nació y falleció de inmediato, Pilar, que tiene una tumba especial y que la tías ha llorado siempre. Ni por el caso de haber tenido más cinco hijos después, se consoló de la pérdida de Maria del Pilar, o Pilarcita como todos la llamaban. Es claro como el agua para mi, que una madre sufre por un hijo perdido, porque los hijos somos para entrar en la eternidad mucho después de nuestros padres, y mucho más, que la entrada en la eternidad de los abuelos. Es evidente que el dolor de nuestros descendientes es grande, porque hasta los abuelos perdemos a Ben. Puede ser que siempre lo recuerde, pero, como dice mi comadre Mariana Giacaman Valle y mi hermana Blanquita, o cortamos el luto, otro tipo de cordón umbilical, o nos sería imposible nunca criar a los hijos que, estoy muy seguro, vendrán después.
El dolor es un luto que se lleva en el alma y que cuesta mucho pasar. Pero si ponemos atención a la historia narrada y citada por mí en este capítulo, vamos a saber que el mundo está hecho de nacimientos y muertes, de asesinatos e instauraciones de sistemas de acción social. La obligación de nosotros, los padres y abuelos, es poner en el camino del futuro a nuestros hijos y nietos. La fidelidad al hijo que vive en nosotros se mantiene intacta. No es substituible, como ese gran enigma de la historia, cual es la fecha de nacimiento de Ludwig van Beethoven[174], porque hubo un primer Ludwig en 1769, que murió. Al nacer un año después otro varón, le pusieron el mismo nombre, lo que ha traído a los historiadores grandes confusiones. Esa historia puede ser leída en la cita al pié de página. La historia de Ben puede ser leída en los días tristes que han pasado pero, que estoy cierto, no volverán a acontecer. Especialmente en el caso de Camila y Felix, personas humanas de respeto y reverencia, que han ido a un sitio solos para consolarse entre ellos. Antiguamente, el luto era en familia, hoy en día, especialmente en las culturas europeas, hay la tendencia a la soledad y aislamiento. Dicen por ahí, como gusto referir, que es un error. Lo he visto en la madre de mis hijas, que sufrió hasta la depresión, con la pérdida de dos hijos nuestros, el primero en Viña del Mar, Chile, el segundo en Edimburgo, Escocia. Hasta no hacer un análisis psicológico de regresión, ella sufrió, pero, en su buena cabeza, supo bautizarlos y darles nombres y enterrarlos. Así recuperó. Ojalá nuestros descendientes hagan lo mismo. Les hemos dado varias alternativas para aliviar su tristeza, pero los padres mayores, que ya no podemos tener hijos, no conocemos las nuevas técnicas que hay para resolver casos de embarazos sin fruto. Pero, como dice el dictado popular: no creo en brujas, Garay, (apellido común de los denominados rotos chilenos), pero de que las hay, las hay. Dictado chileno de entre los muchos, que aparecen en la página electrónica que cito al pié de página.[175] Es decir, que nosotros los padres de Camila no creemos en milagros, pero hay esas nuevas tecnologías que harán que nuestra hija, hecho el luto, tendrá muchos Ben con Felix, nuestro yerno.
Quizás, esta idea también la anime, al saber de mujeres fuertes. Camila adoraba a la Reina Madre de Gran Bretaña, que conoció en sus ocho años y nuca lo ha olvidado y la ha visto otra vez. Cuando Inglaterra estaba a ser bombardeada por los nazis alemanes, La Reina Elizabeth Bowes-Lyon de Windsor[176], nunca abandonó su casa de Buckingham Palace, donde acompañó a su marido Bertie o Jorge VI, el Rey, aun cuándo su casa fue bombardeada dos veces, ni abandonó a su pueblo y, hasta los 101 años de edad, vivió públicamente para los ingleses. Después de los bombardeos en el Palacio, ella iba, elegante como siempre y a las horas debidas, a visitar sus súbditos, especialmente los más pobres, el East End de la ciudad. He visto en películas que guardo conmigo, como ella preguntaba a las personas si su casa había caído o no, ellos decían que sí, ella respondía: estamos iguales, partes de mi casa-nunca dijo Palacio-, ha sido atacada y tenemos que vivir y comer, como Uds. en la misma habitación. Es tan verdad, que Hitler, en un discurso público en Alemania, dijo un día que su peor enemigo en las Islas Británicas no era el ejército, era la Reina María de Inglaterra. Lección para todos nosotros, como una mujer, Gloria en un caso, la Reina Maria en otro, esa amiga de nuestros tíos paternos y por afinidad, Embajadores en Londres, le daban fuerza. Esa fuerza de Gloria y de Elizabeth que debe pasar, en su crecimiento duro, para Camila y Felix.
Volviendo a la niñez de Camila, su crecimiento transcurrió sin mayores tropiezos. Solo los naturales de la vida, en la que hay felicidad y amargura, descanso y trabajo, dinero y escasez, muerte y vida, amigos y gente que no gustamos. Amores, muchos, hasta encontrar su perfecto compañero, Felix Ilsley. Hoy, cuando escribo estas notas, ellos hacen su luto en una playa cerca de la ciudad de Barcelona, pero siempre a mirar para el futuro. Es una vida, de momento, triste, pero que se debe recuperar como todos hacemos: con mucho trabajo y amor. Es lo que estos padre interesados esperan de ellos. Ben no es substituido, pero otros hijos harán de sus vidas lo que siempre desearon: paz y armonía.
(Continua)
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