MEMÓRIAS DE PADRES INTERESADOS - ENSAIO DE ETNOPSICOLOGIA DE LA INFANCIA
(Continuação)
Siempre desgarro los textos. Estaba narrando la vida de Camila como reivindicativa y sus extraordinarios éxitos en su trabajo, y quería decir que fue en esos tiempos, que ella aprendió a navegar en un kayak, sola, e iba entre la isla y el continente, o visitaba las islas vecinas para enseñar a la población como plantar los árboles necesarios para fabricar violines, como los árboles denominados pau-brasil[139], y el mogno[140], que sirven para fabricar violines Stradivarius y pianos Stenway. Creo que quién puede explicar mejor es nuestra propia hija, en una entrevista concedida para la BBC en Brasil, por lo que voy poner al pié de página parte de los problemas que ella estaba a resolver.[141] Hasta en la denominada Internet, en el motor de pesquisa Google, aparece Camila y lo que hace para Flora y Fauna, dónde hoy en día ellos, Camila y Felix, trabajan, en nuestra Universidad de Cambridge.
Un desarrollo de sus talentos que no esperábamos, no por falta de inteligencia en su persona, muy reconocida y respetada por nosotros, sus papás, para lo que siempre la animábamos y nos preocupábamos de sus estudios. Simplemente porque estábamos más interesados en su persona, celebrando sus triunfos y animando su investigación, pero muy centrados en su felicidad y oyendo siempre lo que era su vida amorosa. Nunca me olvido ese día de los años 90, cuando me llamó para decirme que estaba muy enamorada de un estudiante norteamericano y que había hecho lo posible para seducirlo, pero que no resultaba.
Le propuse que lo llevara a dar una vuelta por el lindo bosque de la Universidad de Sussex y que le digiera lo que sentía por él. Me respondió que no era propio de una mujer declarar su amor, eran los hombres los que debían hacerlo. Mi respuesta fue inmediata, Camila tú está triste, hoy en día mujer o hombre puede proponerse y nada pasa, excepto que debes estar preparada para un no. Tenía la intuición que sería un no, porque Camila ya me había contado que él tenía su enamorada en los Estados Unidos, pero que pensaba que él no la amaba. ¡Determinación y sentimientos que no piensan, de una mujer enamorada! Mi respuesta fue rápida otra vez: hay solo una cosa que no puedes guardar y esa es que si no hablas, él se va, tú vas a Paris y vas a quedar siempre con la duda, es mejor salir de ahí, para no sufrir el resto de tu vida con esa duda. Y ella lo hizo, expresó sus sentimientos y su colega de clases le dijo que se sentía muy honrado con esos sentimientos, pero que él quería casarse con su enamorada, le hizo cariño, le dio un beso, la convidó a un café y Camila quedó satisfecha. Se había roto el encanto. Debo confesar que nosotros quedamos aliviados, ella tenía apenas 19 años y era muy temprano para sufrir de amores. Ese no apagó la pasión transitoria de nuestra hija más joven. Como también siento la obligación de decir, que aprendí de ella las respuestas que se deben dar todas las veces que yo mismo recibía declaraciones de señoras que se interesaban por mí: aprendí a decir que me sentía honrado, que respetaba sus sentimientos pero que no podía enamorarla porque ya estaba comprometido y enamorado de mi mujer, en eso tiempo, la madre de nuestras hijas, ya había jurado fidelidad a esa Señora que era mi placer cumplir y que me era difícil, imposible también, enamorar otra vez a las personas nuevas en mi vida. Fue una especie de premonición.
Nunca resultó ninguna relación fuera del matrimonio. Tengo, en mi estudio, una enorme cantidad de fotos colgadas en marcos en las paredes, todas ellas de Gloria joven, Gloria a andar a caballo en Laguna Verde[142], fotos de nuestras hijas, de mis padres y abuelos y fotos tomadas a mí cada vez que era entrevistado por la televisión que venía a entrevistarme en nuestra casa de Portugal. Es casi una veneración, como se dice en inglés, un worshipping[143] He usado pocas notas de pié de página para respetar y honrar, es decir, dar honra a la memoria de mi familia, esa familia siempre soñada por mí.
No olvido una tarjeta de Navidad dibujada por la entonces mi prometida, dónde aparezco yo muy alto y flaco, de traje y con corbata, a abrazar a mi novia de esos días, que tenía en sus brazos un niño pequeño, estaba embarazada de otro, con mi mano derecha a sujetar el Diploma de Abogado y con la izquierda, a dar la mano a uno hijo, que daba la mano a otro y éste, a otra, en total, ¡seis!. Por dentro, la tarjeta decía Felices Pascuas mi amor. Es esto lo que tú quieres, ¿no?, Bueno, ¡ ni lo pienses | Con amor, Gloria[144] Talvez sea interesante un comentario. Siempre pensamos que nosotros enseñamos a nuestros hijos y parece que nunca pensamos lo que los hijos nos enseñan a nosotros. Si observamos con atención, las experiencias de los hijos en su crecimiento y en las experiencias de ese crecimiento y desarrollo, los papás aprendemos si tenemos la humildad de reconocer que nos equivocamos muchas veces. El problema, otra vez, se coloca en la generación: nuestras ideas, hábitos y costumbres, cambian de una a otra generación. A veces los hijos piensa que somos mentecatos, que no sabemos pensar ni organizar nuestras vidas y ellos quieren organizarlas.
No solamente los hijos consanguíneos, también nuestros hijos intelectuales, que están a la espera de un lugar vacío para ascender. Todo lo dicho, no es acusación, es apenas observación participante, aprendida en mi Ciencia de Etnopsicologia, esas ideas creadas por mí, entre otras. Nuestros descendientes entienden y respetan, pero a veces piensan con lo que he denominado pensamiento globalizado. Es ahí que tenemos que dar un golpe en la mesa y decir: ¡esto es así, no es solo cómo tú piensas!. Porque hay muchos valores que se guardan y transmiten de una generación a la otra. Como el deber del silencio cuándo hay desacuerdos entre nuestros descendientes y sus parejas, o el valor moral y ético de amar, porque sí y porque no. Cuándo la afectividad se instala por la creación de hijos, y su crecimiento, no vivimos solo de recuerdos, continuamos a crecer juntos, respetando sin dudar un minuto la autonomía ganada por ellos y el saber aprendido por ellos a lo largo de la historia de su vida personal. No es por acaso que escribí el texto ya citado en nuestro periódico mensual, A Página da Educação, ese texto que voy a citar al pié de página[145]. Es allí donde defiendo los derechos de los más viejos, no de los adultos mayores como nosotros, sí los derechos de los más viejos que, después de vivir muchos años, acaban por regresar a la etapa infantil. Como ya he relatado, este texto y otros, son el resultado de mi trabajo de campo entre adultos viejos. Trabajo de campo en un Hospital en el que estaba nuestra madre con sus 90 años.
Muchas veces los hijos jóvenes, olvidan de que el adulto mayor no es un adulto viejo, es sólo más viejo que ellos, que, en estos días, no es ningún escándalo.
Especialmente si nuestra mente está entrenada para pensar, escribir, enseñar, asociar ideas e investigar nuevas hipótesis. Somos los intelectuales los que más duramos. Nuestra madre estaba formada en matemáticas y lenguas, pero su mayor trabajo siempre fue administrar una casa con mucha familia y servidumbre[146], como he narrado en otro libro mío. Nuestras hijas, que pertenecen a otra cultura, piensan siempre que no somos capaces de organizar nuestras obligaciones y quieren que vivamos como ellos viven, forma de vida fundamentalmente diferente a las nuestras. Necesitamos de nuevos libros, de distracciones en filmes en DVD, música en CD y otras harturas que ellos aún no acumulan. Creo que el secreto está en ganar el respeto de nuestros descendientes desde su edad más tierna, sin desviarnos un milímetro de nuestra ética, para no ser culpados de no saber el todo y la nada de la vida. Es apenas una idea.
Iba quedando atrás una idea, que mi mente de investigador no descansa si no la entiende ya. ¿Por qué en Chile la Navidad es también llamada Pascua, si la Pascua es, en Europa, ese origen de la hoy América del Norte y de la América Latina, Pascua es la conmemoración de la muerte y resurrección del denominado verbo encarnado, Cristo? Parece que la Navidad es llamada Pascua, en Chile, por causa de una flor que nace en esa época[147].
La flor es llamada Pascua en la Cordillera de los Andes, y en Chile es también llamada Corona del Inca[148]
Gloria, mi mujer, nuestra hijas Camila y Eugenia, sus maridos y descendientes, ya pueden saber en qué país de luchadores anda este papá, marido y abuelo. Es mi orgullo contar la Historia de Portugal a otros, porque, en mi caso, la sé de memoria. Nuestra reivindicatoria Camila ya tiene una base de apoyo para sus luchas y para consolarse, ella e Felix Ilsley, nuestro yerno, de lutos temporarios, que es el propósito de este texto. No deseo, ni por eso, que nuestra hija pase a ser como esa hermana de nuestra madre, su abuela paterna Florentina Maria Redondo de Iturra, nuestra tía Ana Luisa, que lloró a su primera hija que nació y falleció de inmediato, Pilar, que tiene una tumba especial y que la tías ha llorado siempre. Ni por el caso de haber tenido más cinco hijos después, se consoló de la pérdida de Maria del Pilar, o Pilarcita como todos la llamaban. Es claro como el agua para mi, que una madre sufre por un hijo perdido, porque los hijos somos para entrar en la eternidad mucho después de nuestros padres, y mucho más, que la entrada en la eternidad de los abuelos. Es evidente que el dolor de nuestros descendientes es grande, porque hasta los abuelos perdemos a Ben. Puede ser que siempre lo recuerde, pero, como dice mi comadre Mariana Giacaman Valle y mi hermana Blanquita, o cortamos el luto, otro tipo de cordón umbilical, o nos sería imposible nunca criar a los hijos que, estoy muy seguro, vendrán después.
(Continua)
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