Sábado, 5 de Fevereiro de 2011

Mis Camelias – por Raúl Iturra - 18

MEMÓRIAS DE PADRES INTERESADOS ENSAIO DE ETNOPSICOLOGIA DE LA INFANCIA

(Continuação)

6. - Una reivindicativa.

Desde el día de su nacimiento, hasta donde mi memoria alcanza, de  nuestras dos Camelias, una de ellas era prácticamente la heredera de mis objetivos de organizar Sindicatos. Solo sabiendo la ley, es que ella podía reivindicar esa organización. En su tierna infancia, saber de la ley era mucho. O lector puede apreciar las dificultades si lee la nota al pié de página, que es para Políticos, Dirigentes, Abogados, Sindicalistas y Unión de Sindicatos.[127] No sólo reivindicaba sus derechos de hija, como he relatado en el capítulo anterior, lo que reivindicaba eran derechos de ser una hija especial. Había otras leyes, que, si en esa edad tan joven pudiera leer, iba a apreciar más, como los Derechos de la Infancia, legislado por la ONU[128] Una hija mimada, una hija con mejor tratamiento que su hermana mayor. En fin, quería siempre mimos del papá y de la mamá y, cuando no los tenía, se enojaba e inventaba algún tipo de enfermedad o de indignación. Había esa terrible competencia con su hermana mayor que, como tenía más conceptos e ideas por haber comenzado a vivir y a entender casi seis años antes que ella tenía otros recursos: sabía danzar, tocar la flauta, inventar piezas de teatro, en las que Eugenia era siempre el personaje central. Estas ideas de Eugenia, de ser central, me hacen recordar mi propia infancia, época pasada ya hace muchos años. Como tenía muchos hermanos y los hijos de las empleadas de casa, disponía de un contingente de seis personas para hacer obras de teatro, en las que, normalmente, yo era el personaje central. Las piezas de teatro eran escritas por mí, muy centradas en mi  ego, piezas, en consecuencia, egoístas, dónde yo quería ser siempre el bueno de la película.. Después de siete años de psicoanalices, mi analista me hizo pensar que no era falta de cariño, era apenas una competencia para, entre tantos como éramos, no pasar desapercibido. El problema central de mi infancia, era el hecho de ser responsable por los más pequeños de esta familia aglomerada de niños. No sólo los de casa, como los primos que nos visitaban porque sí y porque no. Vivíamos en una quinta muy aislada, lejos de la ciudad y con playa exclusiva.

Un lujo que hoy no existe. Lo que me hace recordar otro hecho, ese regalo que el papá quería hacerme, un automóvil, con la condición de llevar y traer a mis hermanos muy temprano  de mañana y traerlos de vuelta a las horas convenientes para ellos. Regalo que nunca acepté, era muy pesado, éramos de diferentes edades, teníamos horarios diversos y la alegría que siempre tenía de almorzar en casa de las hermanas de mi madre con mis primos, o de mis amigos, se esfumaba al quedar a cargo, más una vez, de niños que yo debía cuidar, de nuevo. Eran los hermanos y el hijo de una hermana de nuestra madre, que vivía con nosotros. Y la alegría que yo tenía de ir en lo que en Chile se llama micro, es autobús de las siete de la mañana que mi padre había proporcionado para los hijos de los trabajadores de su empresa y las señoras de algunos de ellos, que trabajaban en la vecina ciudad de Valparaíso. Señoras que eran mi delicia, siempre hablábamos, me contaban historias de sus familias, ese placer de madrugada que no quería perder, especialmente con la compañía de nuestro primo Marcelo. Era una armonía sin narración. A la vuelta, tarde ya, me acompañaba mi amiga del alma, la Irmita que estudiaba en el colegio donde nuestra madre estudió, las monjas de María Auxiliadora, muy cerca de mi colegio. Era la nieta de una grande amiga, Rosalba Mella, que, por causa de la muerte de los padres de mi Irmita, forma muy chilena de referir un nombre en Chile, es siempre en diminutivo, porque su nombre real era Irma Ramírez Mella, pero en Chile diminutivos y apodos son muy comunes. Irma y yo hablábamos todo el camino de vuelta a nuestro sitio de Laguna Verde, donde ella vivía con Rosalba y su hermano Jorge. Halábamos sin parar, hasta el punto de enloquecer al chofer del bus de estudiantes.

Ellos no podían llamarme la atención, yo era el hijo del patrón, a pesar de que, en esos tiempos, ni me daba cuenta de las diferencias sociales. Especialmente porque mi Irmita me enseñaba matemáticas y castellano. Con ella hicimos teatro de verdad en Laguna Verde y en un teatro de Valparaíso, como he narrado en otro libro mío. Rosalba tenía solo un problema, para curar su soledad y la muerte de sus descendientes, que curaba con lo que podía. Muchas veces iba a casa de ella y me decía mi Irmita que no me podía atender porque, su madre, como llamaba a Rosalba, estaba con dolor de cabeza. Más tarde en la vida supe de éste problema, a nadie conté, pero lo hablamos con Irma y la apoyé lo más que podía. Una amiga del alma ni se denuncia ni se abandona. Si la gente, como dicen por ahí, supiera de las enfermedades de Rosalba, su reputación iba a quedar por el suelo y podría perder el trabajo de cuidar de nuestras casas, que tanto necesitaba para pagar a los Salesianos, las Monjas de Irmita, los Padres del Colegio Salesiano  de su hermano Jorge. Eran, como se dice en Chile, personas de buenas familias y la Abuela Rosalba se propuso en  dar la mejor educación a los dos. Irmita ayudó, dando explicaciones en la noche, al volver del Colegio, más tarde de la Universidad, donde se formó en Profesora de Lengua Castellana. Irmita tenía ese don de transmitir el saber a otros, ese definido por mí, el proceso de enseñanza e aprendizaje, en hoyitos textos míos. Yo aprendí con ella, y, para pagar esa grande deuda del saber, nuestro padre le dio empleo a su hermano Jorge en la Industria que él mantenía en Laguna Verde.

Nada de esto pasaba con nuestras hijas. Eran ideas de Eugenia, siempre la Reina, y Camila, su esclava. Esta relación, que era apenas una representación, le hacía mal a Camila. Gloria y yo nada dimos, cada una estaba en su derecho, pero aplaudíamos de forma igual a la creadora y a su fiel seguidora que, muchas veces, se dormía esperando entrar o en ballet de Scherezade del  compositor ruso Nicolai Rimsky-Korsakov[129], esa música aprendida de nosotros por tanto oírla, Gloria adoraba esa música y fue ella que la instiló en la mente de nuestras hijas. Cuando Camila se dormía, ¡válgame Dios si alguien la despertara! La rabia duraba días. Ya adulta, Camila era siempre le última en despertar. Adoraba acostarse muy tarde y dormir toda la mañana, cuando era posible. Parque en la Universidad de Sussex, donde estudió, debía estar muy temprano en clase, como en París, en La Sorbonne, Universidad que debía asistir para completar su curso de Ecología de cuatro años. Ir a París a estudiar, era parte de la formación de una investigadora que debe andar siempre en otros sitios para salvar especies de árboles en extinción, como ya he narrado antes.

Camila siempre tuvo un trato especial. Por causa de mal entendido entre su madre y yo, tuve un día, que salir de casa, para que las niñas no sufrieran lo que nosotros sufríamos. éramos muy adultos para colocar es fardo tan pesado en las emociones de nuestras hijas. Fue necesario que yo saliera de casa y Gloria comenzara a trabajar como Arquitecta de Interiores en una Empresa fuera de la ciudad de Cambridge. Las famosas enfermedades de Camila comenzaron a desaparecer. Sin embargo, cuando estaba realmente enferma, era ella que quedaba en casa y recibía al médico que su madre llamara para atenderla. Ese tratamiento especial, se lo ganó sola. Fue una hija especial, sea porque se cuidaba sola, o porque para entretenerse leía dos libros al mismo tiempo. Nunca olvido esos días que pasaban conmigo en Portugal: Camila ni veía el campo de la aldea de São Joao do Monte, que yo estudiaba en las partes altas de Portugal: estaba siempre con sus dos libros a leer, leer, leer[130]. Siempre nos acompañaba mi amiga del alma, mi colega en la docencia, que estaba en mi grupo de investigación Maria José Beca Maranhão[131]No dejaba de reír y de tentar presentarla a los vecinos de la aldea, esa amiga casada sin hijos, que prácticamente adoptara a las nuestras como hijas suyas. Vivíamos en la Villa de Nelas[132], en una casa antigua arrendada por mí, y Maria José, en casa de amigos enfrente de la nuestra, la casa del Barón de Nelas, los Pais de Brito[133]. En cuanto ella usufructuaba de la riqueza de los Barones, yo sufría la pobreza de mi vecino y amigo, el Duque de Bragança[134], candidato a la corona de Portugal, si la República pudiese fallar, como en Francia Durante el Siglo XIX. familia real, con sus bienes, que eran muchos, todos confiscados y pasados a la categoría de patrimonio nacional.

Ese Duque, Príncipe de la Beira, antes de casar y al tener un hijo pasa a ese hijo, como es el caso hoy, como he narrado en estas páginas título que se da al sucesor del Rey o Príncipe de la Corona, equivalente al título de Príncipe de Gales de la Monarquía Británica. La de Portugal, la Monarquía cayó al ser asesinado el Rey Carlos de Bragança[135] y su heredero, el Príncipe de la Corona Luís Filipe,[136] en 1908 como se dice Felipe en portugués, e instaurada la República de Portugal el 5 de Octubre de 1910[137], confiscando bienes de nobles y retirando tírulos. Nuestras hijas, habituadas en Cambridge a andar con príncipes y condes, no se interesaban en esta aristocracia rural y trataban a todos por el nombre y los obligaban a hablar en inglés, lo que ellos no sabían y respondían en francés. Así comenzó mi vida de políglota y traductor. Hasta que nuestras hijas, de tanto venir a Portugal y, más tarde, Camila, a las Islas de Brasil, como está narrado antes, Cairu, una isla del archipiélago con el mismo nombre, enfrente de la ciudad  de San Salvador da Bahía, como ya he dicho en el primer Capítulo de este libro. Allí pasó un mes completo, sin teléfono y sin la, hoy necesaria caja electrónica que se llama  Internet[138], porque une y comunica a todo el globo terrestre con correo e información. En Cairu plantaron cien árboles para hacer violines y, ese teatro aprendido con Eugenia en sus historias representada después de comer -en Gran Bretaña se cena muy temprano, a las seis de la tarde, para que la familia tenga un tiempo para ella, para crear vida doméstica, para unir a las personas que tienen lazos de sangre y que crecen juntos porque los británicos estiman que sin esa domesticidad, es imposible ser feliz y trabajar con rendimiento,  también porque en las Islas Británicas se piensa que la mejor educación está en la casa, por eso se investiga mucho en todo tipo de vida doméstica y cada casa tiene una Visitante Social que ayuda a los matrimonios jóvenes a cuidar a sus hijos y cuidan que no haya desavenencias entre los papás y entre éstos y sus hijos. Nosotros tuvimos una, especialmente porque éramos extranjeros y su deber era que entendiéramos como era la vida en Gran Bretaña, pero al encontrarse con nosotros, una familia cuidadosa y bien estructurada y con muy buena información para criar hijos y ser pareja, Julia Napier, el nombre de nuestra Asistente, pasó a ser nuestra amiga de casa e integró el Comité de Chilenos  Refugiados. Ella presidió el Comité durante varios años. Entretanto, Camila, ya en la Universidad, aplicó su saber teatral doméstico y el aprendido en su Facultad de Ciencias de Ecología, en Sussex, para montar sus propias piezas que ensayaba con los habitantes jóvenes de Cairu. La infancia se reproduce en la vida adulta, con excelentes resultado, si la infancia no es herida emocionalmente por los adultos, por transferir sus problemas a los hijos. Fue en el período de tristeza de mi mujer por haber perdido dos hijos antes de nacer, que fue necesario separar un tiempo a la familia, ella ir a trabajar a otra ciudad y yo hacer el papel de mamá y papá al mismo tiempo, por un corto período de nuestra historia familiar. Creo que aprendimos mucho de los pocos amigos, adultos responsables de su casa y de sus hijos, especialmente de Leonardo Castillo y su querida mujer Patricia Burns. Ellos me ayudaran mucho al cuidado de nuestras hijas, y, más tarde, a su madre, mi mujer, cuando fue necesario salir de casa para reponer su estabilidad.

Estoy seguro de que mi comportamiento muy dedicado a la vida académica y muy machista, contribuyó para esta separación, siempre estimada breve y por un tiempo. Nunca ha existido una separación real, ni hemos  estado realmente lejos los padres, Gloria y yo, porque nuestras hijas primero, y nuestros nietos después nos han unido mucho. Es verdad que ha existido una serie de perturbaciones y malos entendidos, porque es tradicional en Chile pensar los  hombres machistas como yo, tienen siempre amantes con las cuáles, a diestra y siniestra, traicionan a sus mujeres. ¡Bueno! En mi caso, por ser encontrado muy atrayente- en Portugal una colega me dijo un día en la Universidad que yo era el hombre más requistado de la Universidad, es decir, perseguido o buscado por las mujeres. Es evidente, era joven, sabía como comportarme sin seducir, era de Alta Patente Académica, Doctor de la Universidad de Cambridge y otras tonterías que parecían importantes a muchos. En Cambridge, mi familia, hasta el día de hoy,  me ha adjudicado una serie de amantes, que si esas señoras lo supieran,  no lo iban a poder creer... Aún si yo estuviera enamorado de ellas, serían amores imposibles, eran y son Catedráticas con maridos e hijos, algunas hoy en día han sido elevadas por la Reina de Inglaterra al rango de Pares, que para los hombres es Lord o Sir, y para las mujeres es Dame, todos ellos son creados Barones o Baronesas en cuanto estén vivos.

 

(Continua)

publicado por Carlos Loures às 15:00

editado por Luis Moreira às 14:05
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